No sabría describirla en pocas palabras, y probablemente tampoco sepa hacerlo en muchas. Sin embargo, y alguna vez se lo dije, su nombre la representa en gran medida: Marisol. Lleva en ella toda la fuerza, grandeza, calma y belleza de los océanos, y al mismo tiempo, la cegadora luminosidad y la calidez de la estrella. Es mi hermana, y digo, sin titubear un segundo, que si Dios me hubiera dado la oportunidad de escoger a una, la habría elegido a ella.
La conozco desde que nació, dos años y 10 meses después de haber nacido yo; por lo tanto, sólo conozco mi vida sin ella durante ese lapso, y no recuerdo, para nada, cómo era; contrario al tiempo en que ella ha estado conmigo, el cual recuerdo todo. Por eso puedo decir que mi vida es memorable a partir de que Marisol llegó. Supe, desde siempre, que yo estaba ahí para cuidarla, enseñarla, acompañarla y verla crecer sana, segura y hermosa. Y así fue. Así ha sido.
Hoy, que es su cumpleaños, desperté pensando en qué le deseo, y se me ocurrió todo; todo lo bueno, lo grande, lo inolvidable, lo asombroso, lo mágico, lo milagroso, lo bello.
Le deseo, con el corazón en la mano, que viva mucho y que viva feliz. Que no pueda pensar en su vida sin que se le llene la cabeza de cosas hermosas. Que sus hijos crezcan sanos y lindísimos como hasta ahora. Que Josué la amé como lo ha hecho, y más. Que mis papás y yo le duremos mucho tiempo. Que el amor que da y recibe sea tan vasto que la inunde. Que Dios la proteja de toda tormenta, toda tristeza y todo peligro. Que encuentre todo lo que busca y que busque todo lo que encuentre. Que siempre se sienta digna, plena y satisfecha. Que no olvide, ni un segundo, que existimos algunos que daríamos la vida, sin pensarlo, por ella. Que le ocurran todos los milagros.
Si Dios me hubiera dado la oportunidad de escoger una hermana, la habría elegido a ella, porque hasta ahora, todas las veces que he sentido que mi vida se despedaza o se arregla, o vale la pena, o no la vale, o se pone de la chingada, o se vuelve la mejor de las vidas, ha estado ahí. A pesar de todo y de todos, a pesar de tiempo y distancia, a pesar de mí o de ella, ha estado ahí. La habría elegido porque ha hecho de mi vida, una vida que no quiero dejar de vivir, una vida que amo, una vida que me hace un hombre completo y feliz.
Marisol, eres la única posible mejor e increíble hermana que podría haber tenido. Mi mejor compañía y mi mejor amiga. Me has dado los tres motivos más grandes que tengo para pararme a vivir todos los días desde hace cuatro años, desde hace dos años y desde hace ocho meses. Muchísimas gracias por hacerme sentir que mi vida vale la pena y que estoy vivo para estar cerca de ustedes.
Mi vida sin ti, ya lo dije, sería digna de olvidarse, y sentiría un vacío tal, que cabrían en él todas las ganas de no estar yo tampoco.
Por favor, no te vayas a morir antes que yo. Te amo.